España, liderada por el incombustible Raúl Entrerríos y el decisivo Álex Dujshebaev, se cuelga en Tokio la cuarta medalla olímpica de su historia tras batir a Egipto en un encuentro cardíaco (31:33)
Los Hispanos se colgaron la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio -la cuarta de su historia- tras vencer a Egipto en un disputadísimo encuentro (31:33, 16:19 en el descanso). Un premio merecido para una generación irrepetible que pasará a la historia como una de las más exitosas del balonmano español. El equipo de Jordi Ribera demostró una fortaleza mental ejemplar, dejando atrás la derrota ante Dinamarca en las semifinales para superarse en una batalla durísima que cerró con triunfo un espectacular ciclo olímpico.
Abrió el marcador en el primer ataque Dani Sarmiento, antes de que se cumpliera el primer minuto de juego. El 6:0 egipcio, muy sólido, planteó una defensa difícil de quebrar para los Hispanos en el inicio del encuentro, muy intenso. El marcador, muy igualado en los primeros 10 minutos, daba fe de la altura del choque. Ni España ni Egipto querían conceder para morder el bronce.
Los Faraones, con la sensible baja del jugador del Barça Ali Zein, se abrían paso en la zona de pivote, castigando a un Gonzalo Pérez de Vargas, que no obstante fue decisivo con varias respuestas de mérito. En torno al minuto 11, un gran tanto del capitán Raúl Entrerríos ponía por delante en el electrónico a los Hispanos, cada vez más afinados en defensa. Igualaba Elahmar, impecable desde los siete metros, pero respondía Ángel Fernández con una rápida transición tras un robo de balón.
Con las espadas en alto, el ritmo del partido se acrecentó, con un intercambio de golpes frenético sin un claro dominador. En una desafortunada acción de ataque, Julen Aginagalde, que estaba fraguando un notable primer tiempo, tuvo que retirarse tras una mala caída de un jugador egipcio sobre su tobillo izquierdo. Así, Adriá Figueras saltó a pista para cubrir su posición, donde lo encontraba con éxito Álex Dujshebaev.
Sin tiempo para lamentarse, los Hispanos no concedían ni media milésima de segundo al repliegue egipcio, volando sobre el 40 por 20 al contragol. Dudaba la zaga norteafricana y Antonio García castigaba a la contra, cuando no aparecía un eficaz Aleix Gómez -máximo anotador del duelo con 8 tantos- como un estilete desde el extremo. A falta de cinco minutos para el descanso, España aprovechaba una doble exclusión de los Faraones para abrir una brecha de tres tantos en el marcador con la que los Hispanos se fueron al descanso (16:19).
El paso por vestuarios trajo a una selección egipcia más centrada, lanzada a igualar la contienda. El potente físico de los Faraones percutía sobre la zaga española, hallando la senda hacia el gol en el 1 contra 1. Logró el empate Egipto en el minuto 7, con una gran parada de Hendawy a Aleix Gómez desde los siete metros, que insufló ánimos renovados a los suyos. Se ajustaba España en defensa, pero Mamdouh, un incordio para la zaga durante todo el encuentro, golpeaba a los Hispanos desde el pivote.
Roberto García Parrondo, seleccionador egipcio, proponía un 7:6 para tratar de superar el muro español, muy combativo. No cedían los Hispanos, que algo atascados en ataque, se fueron soltando de la mano de Antonio García con el paso de los minutos para evitar la remontada egipcia. Así llegó el duelo al minuto 20 con máxima igualdad (27:27), cuando Ribera llamó a capítulo a los suyos.
Ajustó la defensa España, como si cada ataque egipcio fuera el último, en un ejercicio de desgaste excepcional. Mimando el juego con el objetivo de contemporizar cada ataque, los Hispanos buscaban hacerse con las riendas del encuentro. Riendas que acostumbra a tomar, como experto adalid, el asturiano Raúl Entrerríos. El eterno capitán, que se despedía de la camiseta que le ha vestido durante 20 años y más de 290 partidos, puso cabeza al ataque español. El corazón lo puso, cómo no, el hombre que siempre surge en los minutos finales. Como un francotirador que aguarda el momento perfecto para tirar del gatillo, Álex Dujshebaev ponía toda su clase y efectividad al servicio de su equipo para decantar el duelo finalmente a favor de los Hispanos.
Los segundos finales pusieron el broche perfecto a un espectacular torneo y plasmaron la imagen perfecta, la instantánea para la historia con la firma de esta generación de Hispanos: defensa sólida y golazos de Álex Dujshebaev y Raúl Entrerríos, que se despidió con el tanto que le permitía colgarse su segunda medalla de bronce y encumbrarse como historia viva del balonmano español. Una rúbrica inmortal que quedará para siempre en la memoria de nuestro deporte.
Fotografía: IHF